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"Simplificando tantas y tantas palabras,
recordando que nunca son previstas y que siempre son honestas, aquí estoy,
derramando las palabras como sangre de mi boca,,, como antes... como siempre,,,
como YO".


4/5/10

Oye nena...


Yo también le dije que era mi vida

Es así como empezaba todas mis oraciones de una platica común con mi madre, “yo también le dije a mi padre que era mi vida” que si la arruinaba era MI PROBLEMA… y fue así como me di cuenta que me lo habían quitado y era mi culpa, mi problema.

¿Qué importaba el cómo lo conocí?, no sé porqué a la mayoría de mis amigos les resultaba raro, peligroso, inusual, el salir con alguien que había conocido en internet, BAH, es sólo un tipo, no más. Nos encontramos cualquier viernes, en un bar del centro, fue una buena borrachera, no recuerdo mucho, pero sé que fue buena, pues estaba a salvo en cama con una jodida sensación de placer y resaca.

Así paso, otros días más de borrachera juntos, mi casa, su casa, mi escuela, la calle, el centro… siempre era el centro, sabíamos que era una excelente manera de pasar el tiempo , trago-cigarros-sexo. Hasta que un estúpido sentimiento de pertenencia y de visibilidad de futuro encarnado siempre (y es genial recalcarlo) en una burbuja de decadencia hizo algún estrago en mi cabeza.

¿Qué más daba si se quedaba en un buen día de trago y sexo?, ¿Qué más daba si se quedaba en un mal día de llamadas sumergidas en alcohol, increpando incoherencias que llevaban a un elemento de significación dentro del corazón; ahogado en alcohol o en alguna droga inminente?, ¿qué carajo dejaría de pasar? N A D A

Un par de meses fuera, y yo: ciudad y el amante anónimo, que de ser una buena cogida paso a ser lo menos irrelevante en mi vida de placer, sólo era su puta. El amante anónimo era un buen lector, escritor e ingeniero, teníamos platicas profundas como su lengua dentro de mi alma (a pesar de mi gran indiferencia por los ingenieros, nunca me han atraído) supongo que por eso accedí a coger cuando le placía y llamaba para pasar por mi, o en su caso y la mayoría de las veces, para que yo llegara a su apartamento. Tuve mi distracción.

Enero, febrero no lo sé, bar del centro, buen reencuentro, ni acercamiento ni deseo: sólo cerveza, plática, él y yo. Otras borracheras más y ahí fue, ahí descubrí mi punto de perdición y aceleración por él, fumando marihuana, gritando mi rabia, y claro por qué no: muchas lagrimas amargas.

Oye nena, llegaste muy a tarde a casa; ¿y qué si llego tarde? ¿Y qué si me hablas en medio de una andada? Es mi vida y sé cómo arruinarla. ¡Qué palabras!, siempre lo supe: no sólo a mi padre iba a restregárselas.











1 comentario:

Anónimo dijo...

uffff